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dimecres, 24 de febrer del 2010
Sima Juan Herranz II
Un article de Carlos Puch sobre la sima que visitarem fa algún temps.
La Juan Herranz II fue, durante años, la cavidad más profunda de la Serranía. Su descubrimiento puso en evidencia el potencial espeleológico de las muelas calcáreas que orlan el Alto Tajo y sus afluentes, y supuso, hace más de 3 décadas, el paradigma de la exploración subterránea madrileña en estos macizos «menores» de nuestra geografía kárstica.
Situación
Su boca se abre en el paraje de La Serrezuela, en una depresión suave, 170 metros al SSE de la Sima de Juan Herranz, cavidad clásica de la zona conocida desde tiempo inmemorial. Las coordenadas UTM, correspondientes al mapa 539-I del IGN, a escala 1:25.000, son: E 572.070 – N 4.499.030 – Z 1.360 m.
Un carril forestal permite acceder hasta ella, partiendo desde el kilómetro 4,150 de la carretera que une Villanueva de Alcorón con Peñalén y atraviesa el extenso bosque de El Mormejar. En el pasado se alcanzaba un cercado de alambre que delimitaba una parcela del pinar y servía de referencia para localizar ambas simas.
Historia de las exploraciones
La sima fue descubierta en invierno de 1973 por Matilde Barrios, con motivo de una serie de prospecciones llevadas a cabo en la zona por el Grupo Espeleológico Telefónica (G.E.T.), de Madrid. En aquella ocasión, un equipo efectuó un primer reconocimiento de la cavidad hasta la cota –60 m. En primavera de ese mismo año, tres espeleólogos (Justo González, Juan Benito Cuevas y Luis Requena) alcanzaban la cota –140 m, en pleno meandro activo. La sima pasaba a representar el hallazgo de mayor interés de la zona, por haber dado acceso por vez primera a un curso de agua profundo, hecho inédito en aquella muela, a pesar de que en su borde septentrional se cuentan varios manantiales que afluyen al Tajo.
En otoño del año 1974, un equipo del recién constituido Grupo de Actividades Espeleológicas de Madrid (G.A.E.M.), integrado por antiguos miembros del G.E.T., efectuó un nuevo descenso a la sima y se detuvo a –169 m en una gatera parcialmente inundada que juzgó infranqueable. Por fin, en noviembre de 1976 el mismo grupo finalizaba la topografía del meandro, encontrando la cota final de –170 m.
En el invierno de 1977 la sima despertó el interés de un puñado de miembros del Grupo Espeleológico Standard (STD), de Madrid, entre quienes me contaba. Una serie de trabajos, que totalizaron alrededor de las 100 horas bajo tierra, permitieron levantar la topografía completa y llevar a cabo mediciones de temperaturas. Al mismo tiempo, fueron descubiertos y explorados algunos nuevos conductos, lo cual dio como resultado un desarrollo total de 1.453 metros, para un desnivel máximo de 175 metros.
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